Casi siempre dejamos la noche fuera de casa
y con el chasquido de un sueño llegamos al otro día,
evitando las rutinas sin pensar que poco a poco
los días se nos van de las manos hacia la pila amontonada
de los años
y con el aquello de que fue ayer engañamos la apariencia.
Las arrugas y las canas no son amuletos.
La realidad es que se nos va el inevitable de las manos,
como un agua que filtra la memoria.
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